17.3.08

Niño de soledad, poesia infantil solidaria amb la infantesa


Niño de Soledad
(Rosa Virginia Martínez, 1915 - 1983)

Así como la estrella
es de todos los cielos
y todos los anhelos;
este niño de soledad
y frío,
es también mío.

Su nombre –en cualquier idioma-
me sabe a fruta de banano,
esponjosa de aroma,
porque es hijo de un hermano.

Puede ser negro, blanco o amarillo,
la raza ¿qué importa?
si todos volveremos
a ser con nuestra tierra
amasijo sencillo.

Este niño a quien yo canto,
encarna la forma y el color
de todos los niños:
buenos o traviesos
de leche o carbón...

Es el mismo
que en Ziruma anda descalzo,
y en el Norte juega con un balón.

A veces es delgado
como un junco,
que eleva en el silencio
su clamor.

!Tan pequeño y es paria
de la vida,
sin lumbre, sin hogar,
todo dolor!

!Oh, si yo pudiera inventar
un cuento con ángeles de rocío,
y estrellas musicales que sonrían,
a este niño de hambre,
de soledad y frío.

Si pudiera decir
con la suave mixtura:
de tan negro este niño
se me ha vuelto de albura!

Ese grito tremendo
de los odios raciales,
se haría en su boquita
susurro de panales.

!Quizás por cuánto tiempo
con voz quebrada y pura,
irá este niño mío,
pidiéndole a los hombres
cobijas de ternura.

Quizás por cuanto tiempo:
desnudo como el viento,
descalzo como el río,
traficará los mares
salobres del hastío!

Zapatitos de sangre
le darán las espinas,
al niño que debiera
ser de breve durazno
o de cosa muy fina,
con alma para el canto
y risa cristalina.

Zapatitos de espuma
calzarán otros niños;
pero el niño de angustia
que reposa en mi canto,
lleva zapatos rojos
claveteados de llanto.