Dulcinea, la dama del Quixot, és de vegades la gran oblidada. És lo que no és, és la dama encantada.
La encantada
La encantada, la ofendida,
la trocada y trastocada,
la que a mí me mudaron
como árbol sin hojas,
como sombra sin cuerpo.
Dios sabe si es fantástica o no es fantástica,
si en el Mundo se encuentra o no se encuentra.
La que veo y se esconde,
la que los niños siempre miran,
la que jamás verán los Mercaderes,
la que aparece
y desaparece.
La que conmigo muere
y me desmuere.
La visible,
la invisible
Dulcinea.
La il·lustració és d'Álvaro Reja.
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