4.7.08

Poema de amor entre la luna y el mar


IDILIO ETERNO

Ruge el mar, y se encrespa y agiganta:
la Luna –ave de luz-, prepara el vuelo
y en el momento en que la faz levanta,
da un beso al mar y se remonta al cielo.

Y aquel monstruo indomable que respira
tempestades y sube y baja y crece,
al sentir aquel ósculo suspira,
en su cárcel de rocas se estremece.

Hace siglos que de lejos
tiemblan de amor en noches estivales:
ella le da sus límpidos reflejos,
él la ofrece sus perlas y corales.

Con orgullo se expresan sus amores
estos viejos amantes afligidos.
Ella le dice: - ¡Te amo!- en sus fulgores,
El responde:-¡Te adoro!-en sus rugidos.

Ella lo duerme con su lumbre pura
y el mar la arrulla con su eterno grito,
y le cuenta su afán, y su amargura
con una voz que truena en lo infinito.

Ella, pálida y triste, lo oye y sube
por el espacio en que su luz desploma,
y velando la faz tras de la nube,
le oculta el duelo que en su frente asoma.

Comprende que su amor es imposible,
que el mal la espía en su convulso sueño,
y se contempla en el cristal movible
del monstruo azul en que retumba el trueno.

Le grita el mar:-¡ en tu fulgor me abraso!
¡no te alegues tan pronto, estrella mía,
y al descender tras de la sierra fría,
estrella de mi amor, detén el paso!.

¡Un instante mitiga mi amargura
ya que en tu lumbre sideral me bañas...!
¡no te vayas! ¿no ves tu lumbre pura
brillar en el azul de mis entrañas?

Y ella exclama en su loco desvarío:
-por doquiera la muerte me circunda;
detenerme no puedo, monstruo mío
¡compadece a tu pobre moribunda!.

¡Mi ultimo beso de pasión te envío,
mi casto brillo a tus semblante junto!
¡y en las hondas tinieblas del vacío,
hecha cadáver se desploma al punto!.

Entonces el mar, de polo a polo
al encrespar sus ondas plañideras,
inmenso, triste, desvalido y solo,
cubre con sus sollozos las riveras.

Y al contemplar los luminosos rastros
de la alba luna en el obscuro velo,
tiemblan de amor los soñolientos astros
en la profunda soledad del cielo.

Todo calla. El mar duerme y no inoportuna
con sus gritos salvajes de reproche,
y sueña que se besa con la luna
en el tálamo negro de la noche.

La il·lustració és de George Dmitriev.