La ratolineta presumida es vol casar... -il·lustració de Galina Chuvilyaeva- |
Les faules ens encanten a tots, grans i menuts. Moltes vegades trobem diferents versions d'una mateixa faula. Per exemple, la faula El millor pretendent del món, d'origen xinès, està també en castella sota els títol La boda de los ratones, La boda de una ratita, La ratita mujer o La ratoncita presumida -que no té res a veure amb la nostra versió de la rateta presumida, sinó amb aquesta faula-, etc. El contingut canvia molt poc entre les diferents versions.
Hui volem compartir amb vosaltres la versió que fa Aquiles Nazoa, poeta veneçolà.
Fábula de la ratoncita presumida
Hace ya bastantes años,
doscientos años tal vez,
por escapar de los gatos
y de las trampas también,
unos buenos ratoncitos
se colaron en un tren
y a los campos se marcharon
para nunca más volver.
Andando, andando y andando
llegaron por fin al pie
de una montaña llamada
La Montaña Yo-No-Sé,
y entonces dijo el más grande:
‒Lo que debemos hacer
es abrir aquí una cueva
y quedarnos de una vez,
porque como aquí no hay gatos,
aquí viviremos bien.
Trabaja que te trabaja,
tras de roer y roer,
agujereando las piedras
se pasaron más de un mes,
hasta que una hermosa cueva
lograron por fin hacer
con kiosko, jardín y gradas
como si fuera un chalet.
Había entre los ratones
que allí nacieron después
una ratica más linda
que la rosa y el clavel.
Su nombre no era ratona,
como tal vez supondréis,
pues la llamaban Hortensia
que es un nombre de mujer.
Y era tan linda, tan linda
que parecía más bien
una violeta pintada
por un niño japonés:
parecía hecha de plata
por el color de su piel
y su colita una hebra
de lana para tejer.
Pero era muy orgullosa.
Y así ocurrió que una vez
se le acercó un ratoncito
que allí vivía también
y que alzándose en dos patas,
temblando como un papel,
le pidió a la ratoncita
que se casara con él.
Conmigo te quieres casar? -il·lustració de Cale Atkinson- |
‒¡Qué ratón tan parejero!
-dijo ella con altivez-.
Vaya a casarse con una
que esté a su mismo nivel,
pues yo para novio aspiro,
aquí donde usted me ve,
a un personaje que sea
más importante que usted.
Y saliendo a la pradera
le habló al Sol gritando:
‒¡Jeeéy! usted que es tan importante
porque del mundo es el rey,
venga a casarse conmigo,
pues yo soy digna de ser
la esposa de un personaje
de la importancia de usted.
‒Más importante es la nube
-dijo el Sol con sencillez-,
pues me tapa en el verano
y en el invierno también.
Y contestó la ratica:
‒Pues qué le vamos a hacer...
Si es mejor que usted la nube
con ella me casaré.
Mas la nube al escucharla,
habló y le dijo a su vez:
‒Más importante es el viento
que al soplar me hace correr.
‒Entonces -dijo la rata-,
entonces ya sé qué hacer;
si el viento es más importante
voy a casarme con él.
Mas la voz ronca del viento
se escuchó poco después
diciéndole a la ratona:
‒Ay, Hortensia, ¿sabe usted?,
mejor que yo es la montaña
-aquella que allí se ve-
porque detiene mi paso
lo mismo que una pared.
‒ Si mejor es la montaña
con ella me casaré
-contestó la ratoncita-,
y a la montaña se fue.
Mas la montaña le dijo:
‒ ¿Yo importante? ¡Je, je, je!
Mejores son los ratones,
los que viven a mis pies,
aquellos que entre mis rocas
tras de roer y roer,
construyeron la cuevita,
de donde ha salido usted.
Entonces la ratoncita
volvió a su casa otra vez,
y avergonzada y llorando
buscó al ratoncito aquél
a quien un día despreciara
por ser tan chiquito él.
‒ ¡Oh, perdóname, Alfredito
-gimió cayendo a sus pies-,
si me quieres todavía,
contigo me casaré.
Por pequeño y por humilde
un día te desprecié,
pero ahora he comprendido
-y lo he comprendido bien-
que en el mundo los pequeños
son importantes también!
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