Deu ser la calor d'aquesta nit, però a la ment sols en ve la visió de la mar. El blog està inundant-se d'aigua salada, de colors i de brisa marina.
Us recomanem el llibre de poesia infantil El poema que cayó a la mar, d'Aurelio González Ovies, il·lustrat per Ester Sánchez Vallina. El llibre està en bable i castellà i l'ha publicat l'editorial asturiana Pintar Pintar.
El llibre és un poemari presentat com un àlbum il·lustrat. Poemes per a llegir i per a veure. Tot un mar de poemes amb peixos metàfora, adverbis coral, pops monosíl·labs, rimes amb sal... Un plaer de llibre per a gaudir aquest estiu a la vora del mar. Poesia que ens farà vibrar al só del seu ritme.
El poema que cayó a la mar
Un poema estaba tan abandonado,
se sentía tan solo, tan triste y tan mal,
que marchó del libro que sobre unas rocas
olvidó algún hombre después de pescar.
Se puso de pie sobre las mayúsculas,
se arrancó dos oes, armó unos prismáticos
y miró asombrado aquel folio azul
por el que, a lo lejos, pasaban dos barcos.
Y sin darse cuanta de que estaba alto,
y que un cangrejo enano lo intentó picar,
se agachó a rascarse la última estrofa
y cayó en picado al fondo del mar.
Desde entonces dicen que a veces los buzos
ven peces metáfora, adverbios coral,
delfines esdrújulos, pulpos monosílabos
y algas muy poéticas con rimas de sal.
Verbos caracola, tildes oxidadas,
peces parecidos a la acción de amar.
Y que de la tinta que va destiñendo
bebe el chipirón,
y bebe la jibia;
bebe el calamar.
Desde entonces cuentan que en la arena siempre
hay restos vocales, consonantes nácar,
huellas del tacón de la A y la K
y que algunas olas traen versos sueltos
que mojan los pies a la soledad.
Afirman que el fondo no es tan embustero,
desde que el poema se cayó a la mar.
Que los caballitos son más estilosos
y que el pez espada dejó de cortar.
Que alguna sirena se hizo gargantillas
cosiendo burbujas en gramatical
y que con los puntos suspensivos labran
perlas para sueños en profundidad;
y que las esponjas absorben ansiosas
zumos de adjetivos al desayunar
y que con un ritmo mucho más plateado
los bancos de anchoas salen a nadar.
Parece mentira,
pero un poema
inunda la vida de sinceridad,
cala las mentiras,
ahoga las penas.
Un poema solo, fíjate,
uno solo, puede ser plural.
Un poema estaba tan abandonado,
se sentía tan solo, tan triste y tan mal,
que marchó del libro que sobre unas rocas
olvidó algún hombre después de pescar.
Se puso de pie sobre las mayúsculas,
se arrancó dos oes, armó unos prismáticos
y miró asombrado aquel folio azul
por el que, a lo lejos, pasaban dos barcos.
Y sin darse cuanta de que estaba alto,
y que un cangrejo enano lo intentó picar,
se agachó a rascarse la última estrofa
y cayó en picado al fondo del mar.
Desde entonces dicen que a veces los buzos
ven peces metáfora, adverbios coral,
delfines esdrújulos, pulpos monosílabos
y algas muy poéticas con rimas de sal.
Verbos caracola, tildes oxidadas,
peces parecidos a la acción de amar.
Y que de la tinta que va destiñendo
bebe el chipirón,
y bebe la jibia;
bebe el calamar.
Desde entonces cuentan que en la arena siempre
hay restos vocales, consonantes nácar,
huellas del tacón de la A y la K
y que algunas olas traen versos sueltos
que mojan los pies a la soledad.
Afirman que el fondo no es tan embustero,
desde que el poema se cayó a la mar.
Que los caballitos son más estilosos
y que el pez espada dejó de cortar.
Que alguna sirena se hizo gargantillas
cosiendo burbujas en gramatical
y que con los puntos suspensivos labran
perlas para sueños en profundidad;
y que las esponjas absorben ansiosas
zumos de adjetivos al desayunar
y que con un ritmo mucho más plateado
los bancos de anchoas salen a nadar.
Parece mentira,
pero un poema
inunda la vida de sinceridad,
cala las mentiras,
ahoga las penas.
Un poema solo, fíjate,
uno solo, puede ser plural.
en la tercera estrofa en la primera linea en la quarta palabra pone cuanta y tendría que ser cuenta
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